Críticas

La última gran americanada

Argo

Ben Affleck. EUA, 2012.

Aún cineasta novel, Ben Affleck ya pertenece a ese extraño grupúsculo integrado por actores que llegan a dirigir una película con éxito. Avalado por la crítica internacional, lleva tres (de tres) meritorios trabajos que han dado en constatar una mayor pericia tras las cámaras que delante de ellas. Además, en su realización se aprecia una disposición casi dogmática que también le llevaría a compartir denominador con otro conjunto reducido, el de los directores que se convierten en sus propios intérpretes fetiche, club al que pertenecen genios de la prolífica talla de Orson Welles o de la capacidad transgresora de Takeshi Kitano. Sin embargo, y a diferencia de la redundancia discursiva que caracteriza a este último, Affleck se atreve a diseñar una alquimia de géneros funcional y rica en contrastes y opciones: el drama aumentó sus dosis de thriller con el paso de Adiós pequeña, adiós (Gone Baby Gone, 2007) a The Town (2010); ahora, se atreve a salpicar la solemnidad que requiere un trágico acontecimiento real, de un humor salubre y chispeante.

En su mecanismo más tangible, Argo es el provechoso fruto de un binomio conceptual, convenido por una extraordinaria puesta en escena y un sublime diseño de producción. El final de los años 70 no se cree, sino que se siente, a través del rostro y la voz de un elenco cuidadosamente catalogado por registros -y precisamente caracterizado, como atestiguan los títulos de crédito finales: los diplomáticos acaparan el drama, el propio Affleck lidera el thriller, Goodman y Arkin son los encargados de ubicar la comedia y, en medio de todo, el hoy siempre en el ajo, Bryan Cranston, como perfecto equilibro intergéneros.

Pese a que en una primera impresión lo parezca, Argo no cunde por su rotundidad. El guion (firmado por Chris Terrio) parte de una visualización mental muy segura de tres episodios bien diferenciados -revuelta, preproducción de la película y rescate-, lo que, a la larga, funciona más como lastre que como favor. La concisión que exige esta estructura narrativa es la causa de que el ritmo se estanque en las transiciones entre bloques, amen de la caótica e irregular frecuencia de participación de los diferentes personajes en la acción. Las últimas páginas del texto se presentan como una sucesión de saltos de tiburón tan absurda y tan previsible a la vez, como cardíaca y emotiva. La tensión ha escalado progresivamente y la acción, si bien contenida (gran noticia que solo haya un par de disparos en todo el metraje), se ha procurado ajustar a la sutileza y eficacia procedimental que ostenta el arquetipo fílmico de la CIA. Como gusta al otro lado del charco.

Argo es el empujón que necesitaba Affleck, si no para consagrarse, para ocupar un asiento digno entre los suyos (su nombre ya suena para los Oscar). Y es que, a su impecable lección de tensión dramática y al recurso moderado de la épica tópica, ha de sumársele una ingeniería artesanal y sucinta que, aunque no llega a reformular, sí excita el imaginario social del patriotismo norteamericano. Y no me refiero solo a esa acción trepidante que podría condicionar el rigor histórico. Es que ya no nos la cuelan pintando bonito el pueblo, ni confiándose a la pasión floja y gratuita o al orgulloso arranque de unas loas personales sin contrastar.

Ahora, el chovinismo yanqui se enuncia desde la inteligencia. O, al menos, así lo ha hecho Affleck, con muy buen ojo. Primero, con la elección de una historia real sobre la que apoyar una tesis patriótica. Después, encontrando la manera de mantener fidelidad a los hechos sin escatimar en lucimientos estilísticos. Si expurgamos los acontecimientos narrados en Argo de toda ideología, solo queda la sensación, casi certeza, de que lo único que está ocurriendo es una necesaria aplicación de justicia. Otra cosa, es que tal simplificación termine derivando, inevitablemente, en un maniqueísmo involuntario, por resultar claramente distinguibles, tanto buenos como malos.

Pero, incluso cargando con este handicap, el director se lanza a por lo imposible. Repasemos: además de cumplir con «el deber» de dejar en buen lugar a su país, ha sido capaz de homenajear a su profesión -y, en concreto, a aquellas míticas space operas de las décadas de los 60 y 70- sin omitir cierta crítica constructiva (y pasarla como una broma entre amigos), de volver a ejercer de héroe por enésima vez y de satisfacer a un público (y, probablemente, a una crítica) entregado. Todos estos logros, desde las limitaciones que ofrece la Historia, merecen un reconocimiento, o dos. Sean del tipo del que terminen siendo.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Argo ,  EUA, 2012.

Dirección: Ben Affleck
Guion: Chris Terrio
Producción: Ben Affleck, George Clooney y Grant Heslov
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Alexandre Desplat
Reparto: Ben Affleck, John Goodman, Alan Arkin, Bryan Cranston, Taylor Schilling, Kyle Chandler, Victor Garber, Michael Cassidy, Clea DuVall, Rory Cochrane, Tate Donovan, Chris Messina, Adrienne Barbeau, Tom Lenk, Titus Welliver

5 respuestas a «Argo»

  1. Bastante atractiva la crítica ha sido un placer leerla, desde mi punto de vista, definitivamente Argo es un film narrado con inteligencia y sin lugar a dudas es la cinta que logró consolidar a Ben Affleck es su mejor producción hasta la fecha que desde un punto de vista cinematográfico estuvo muy influenciada por el cine norteamericano de los años ´70, que fue una época gloriosa para Hollywood. sin embargo me parece una propuesta sobrevalorada pues le falta épica, suspenso y personajes de mayor interés para ampliar su empatía. En cuanto a la banda sonora esa sí me gustó pues nos podemos deleitar con canciones de los Rolling Stones, Van Halen y Led Zeppelin. Recién la vi en http://www.hbomax.tv/movies, fue mi segunda vez y debo reconocer que la entendí y la disfruté de otra manera pues francamente perdí el interés que tenía cuando la vi por primera ocasión. Los invito a que le echen un vistazo (a los que no la han visto) y juzguen por sí mismos esta la que llaman una obra maestra.

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